En su primera declaración pública desde su caída, el expresidente sirio Bashar al-Assad ofreció detalles sobre los acontecimientos que llevaron a su fuga a Rusia, calificando la situación en Siria como un “Estado en manos de terroristas”. A través de un comunicado difundido por el canal de Telegram de la presidencia siria y fechado el 16 de diciembre desde Moscú, Assad negó que su salida del país haya sido planificada por voluntad propia y aseguró que fue evacuado a pedido de Moscú.
«Mi salida de Siria no fue planificada, ni tuvo lugar durante las últimas horas de la batalla, contrariamente a ciertas acusaciones», señaló Assad. Según explicó, permaneció en Damasco cumpliendo con sus responsabilidades hasta la madrugada del 8 de diciembre, cuando los insurgentes entraron en la capital.
El exmandatario agregó que, tras la caída de Damasco ante una coalición insurgente liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), Rusia solicitó su evacuación inmediata. Assad se encontraba refugiado en la base militar rusa de Hmeimim, en Latakia, cuando esta fue atacada con drones.
«Cuando el Estado cae en manos del terrorismo y se pierde la capacidad de hacer una contribución significativa, cualquier cargo queda vacío de propósito», sostuvo el expresidente, justificando su partida y dejando entrever la magnitud de la derrota sufrida por su régimen.
La caída del clan Assad: el fin de cinco décadas de poder
El derrocamiento de Bashar al-Assad marcó el final de una dinastía que gobernó Siria durante más de 50 años. La ofensiva insurgente, liderada por HTS, se lanzó desde el bastión de Idlib el 27 de noviembre y logró tomar Damasco en tan solo 11 días.
Según varias fuentes, la operación que sacó a Assad de Siria estuvo rodeada de hermetismo. Ni siquiera su hermano Maher al-Assad, conocido por liderar las fuerzas de élite del régimen, fue informado del plan. El expresidente abandonó el país en un avión cuyo transpondedor fue desactivado para evitar ser detectado, revelaron medios occidentales.
«Fue una operación de último minuto,» señaló un alto funcionario con conocimiento de los eventos. Rusia, que durante años fue el principal aliado militar y político del régimen, intervino no para salvar su gobierno, sino para garantizar la supervivencia de Assad.
En sus últimas horas en Siria, el líder depuesto se reunió con jefes militares y aseguró que recibirían refuerzos de Rusia, instándolos a resistir. Sin embargo, horas después, abordó un avión con destino a Moscú, dejando atrás a sus aliados y familiares en medio del caos en la capital.
El avance insurgente y la crisis humanitaria
El grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que lideró la ofensiva contra el régimen, tiene raíces en el antiguo Frente Al-Nusra, vinculado a Al-Qaeda, aunque desde 2016 ha intentado moderar su imagen para obtener mayor legitimidad política. Sin embargo, sigue siendo considerado un grupo terrorista por Estados Unidos y otros países occidentales.
La caída de Damasco provocó un éxodo masivo de civiles, con miles de personas huyendo hacia las regiones del sur y la frontera con Jordania. La ONU advirtió sobre una crisis humanitaria sin precedentes en el país, con millones de personas enfrentando la falta de alimentos, agua y refugio.
Una alianza histórica entre Rusia y Siria
La relación entre Rusia y Siria se remonta al mandato de Hafez al-Assad, padre de Bashar, quien fortaleció los lazos con Moscú en los años setenta bajo el paraguas soviético. En 2015, la intervención militar rusa fue crucial para mantener al régimen de Assad en el poder en medio de la guerra civil, inclinando la balanza a su favor durante varios años.
Sin embargo, la reciente evacuación del expresidente sirio parece marcar un punto de quiebre en esta alianza. Moscú, que hasta ahora había respaldado incondicionalmente al régimen, optó por evacuar a Assad en lugar de intentar defender su gobierno ante el avance insurgente.
El futuro de Assad en el exilio
Ahora, desde Moscú, Bashar al-Assad enfrenta un futuro incierto. Su declaración pública, en la que califica a los nuevos líderes de Siria como “terroristas”, parece ser un intento por mantener su relevancia política en el exilio. Sin embargo, su salida abrupta y la pérdida de su base de poder en Siria han dejado al clan Assad en una posición vulnerable.
Mientras tanto, la coalición insurgente liderada por HTS toma el control de Siria en medio de tensiones internas y el desafío de estabilizar un país devastado por más de una década de guerra civil.
¿Podrá Assad encontrar un camino de regreso al poder, o será este el capítulo final de la dinastía que gobernó Siria durante más de cinco décadas? La historia de Siria, marcada por luchas internas y la intervención de potencias extranjeras, aún está lejos de alcanzar su desenlace.