La gestión de Donald Trump, en su segundo mandato, ha comenzado con la ejecución de una de las operaciones más grandes en la historia contra la inmigración irregular en Estados Unidos. Según el reporte diario publicado por la agencia de Inmigración y Aduanas (ICE), 538 inmigrantes indocumentados han sido detenidos y cientos deportados desde el inicio de los operativos el lunes, cuando Trump asumió nuevamente la presidencia.
«Promesas cumplidas»
En un comunicado oficial, la Casa Blanca celebró los resultados iniciales, calificándolos como un adelanto de lo que será el cumplimiento de las políticas de mano dura contra la inmigración. “La operación de deportación masiva más grande de la historia está en marcha. Promesas hechas. Promesas cumplidas”, expresó la administración en redes sociales.
Los operativos destacan casos específicos de personas detenidas con antecedentes penales graves, como Luis Alberto Espinoza-Boconsaca, condenado por violación, y Cristofer Alexander Ramírez Olivia, con historial de abuso sexual infantil.
Despliegue militar y cierre de fronteras
En paralelo, el gobierno ha desplegado 1.500 militares adicionales en la frontera con México, aumentando en un 60% las fuerzas activas en la zona desde el lunes. Según el secretario de Defensa en funciones, Robert Salesses, estos refuerzos incluyen helicópteros, personal de inteligencia y transporte aéreo militar para acelerar la deportación de más de 5.000 detenidos en ciudades fronterizas como San Diego y El Paso.
El despliegue y las medidas forman parte del compromiso de Trump de implementar políticas más estrictas en la frontera, incluyendo el cierre de puntos de ingreso ilegales.
Un mandato marcado por la batalla contra la inmigración
La lucha contra la inmigración ilegal fue una de las principales promesas de Trump durante su campaña electoral en 2024, posicionándose como el centro de su agenda política. Estas primeras acciones reafirman su voluntad de llevar a cabo medidas radicales que polarizan tanto a sus seguidores como a sus detractores.
La magnitud de los operativos y el despliegue militar sin precedentes subraya el compromiso del gobierno con esta política, que ya comienza a generar controversia dentro y fuera de Estados Unidos.