El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta un complejo entramado político y económico que explica su falta de acción directa contra el régimen de Nicolás Maduro. Mientras Venezuela inicia su tercer mandato consecutivo con Maduro al frente, el republicano parece priorizar los intereses estratégicos sobre la retórica de condena al gobierno venezolano.
El silencio de Trump sobre Venezuela
Aunque ha calificado al gobierno de Maduro como una dictadura, Trump ha evitado un posicionamiento firme respecto a la cuestionada jornada electoral del 28 de julio o la toma de posesión del 10 de enero. Este silencio podría responder a dos factores clave:
- Migración venezolana
Más de 7,7 millones de personas han abandonado Venezuela en medio de una crisis política, económica y social. De ese total, más de 545.000 viven en Estados Unidos. Trump busca resultados inmediatos en políticas migratorias y podría usar su influencia internacional como moneda de cambio para negociar el retorno masivo de venezolanos. - Intereses petroleros
Venezuela es actualmente el tercer mayor exportador de petróleo a Estados Unidos, después de Canadá y México. Empresas estadounidenses como Chevron, Halliburton y Baker Hughes tienen permisos para operar en el país sudamericano, facilitando la extracción y refinación del crudo pesado venezolano, una tarea que Rusia y China no pueden replicar debido a limitaciones tecnológicas.
El lobby petrolero y su peso en la política estadounidense
El petróleo venezolano, con capacidad para producir más de 6 millones de barriles diarios, es un recurso clave para Estados Unidos. Sin embargo, la producción actual ronda los 900.000 barriles diarios, lo que representa una oportunidad para los norteamericanos antes de que las energías renovables transformen el mercado global.
Trump parece evitar sanciones agresivas o retórica dura contra Maduro para proteger estos intereses estratégicos. La designación de Tulsi Gabbard como directora nacional de inteligencia refuerza esta teoría, dada su postura benévola hacia Rusia, el principal aliado internacional de Venezuela.
El equilibrio de Trump en su política hacia Venezuela
La estrategia de Trump combina pragmatismo y ambición. Por un lado, evita romper completamente con Maduro para mantener abierta la puerta de la negociación. Por el otro, busca posicionar a Estados Unidos como el principal beneficiario de los recursos energéticos venezolanos, consolidando su influencia en la región.
En este contexto, los discursos contundentes del presidente electo en otros temas contrastan con su cautela frente a Venezuela, donde los intereses económicos parecen tener prioridad sobre las decisiones políticas inmediatas.